Griselda es una vecina que vive en Empalme Graneros, en la zona oeste de Rosario. Contó en ‘Estamos en eso’, por AM 1330, que el sábado por la noche estaba festejando el cumpleaños de uno de sus hijos cuando llegaron unos 50 efectivos de Gendarmería e irrumpieron de manera deliberada en su domicilio. “Llegaron los de gendarmería, patearon la puerta, entraron, agarraron a mi marido, le pegaron a mi nene de 14 años. Porque buscaban armas, decían”.
“Al nene de 14 años le pegaron, a mi nene de 9 años (el cumpleañero) le hacían levantar la manito, a otro chiquito también”, relató la vecina de Empalme Graneros, y agregó: “A mí me tiraron al piso y me tenían ‘pisando’”.
Además, las fuerzas federales no contaban con una orden para realizar un allanamiento y utilizaron la violencia contra los moradores. “A mi marido le rompieron la ceja y le decían ‘por qué te pegás así’, le pegaban contra el capó del auto. Lo llevaron a dentro y le limpiaron la sangre. Después me pidieron un poco de agua para lavar el capó del auto porque había mucha sangre. Tengo fotos del capó del auto y de la cara de mi marido”, denunció.
El momento ingrato para esta familia y sus invitados no fue corto. “Desde las una hasta las tres de la mañana estuvieron. Tenían a mi hijo de 14 descalzo en la calle, le pegaron un cabezazo porque les preguntaba por qué le pegaban a su padre. También le pegaban patadas y rodillazos”, continuó.
“Ellos me decían que no eran ‘la poli’”, manifestó Griselda cuando pidió que le expliquen por qué ingresaban así a un domicilio donde se festejaba un cumpleaños de 9, de su hijo menor, y donde había cinco menores en total.
Luego del apremio sufrido, la explicación de los gendarmes no fue convincente. “Me dijeron que se equivocaron de camioneta, no encontraron nada acá”, contó Griselda, ya que habían seguido al papá de uno de los chicos invitados al cumpleaños.
Las consecuencias superaron al fin de semana, ya que el nene que cumplía los años sufrió episodios de stress. “Mi nene más chico no quiere ir a la escuela porque los ve a los gendarmes en todas las esquinas”, confirmó.
“Tengo miedo de hacer la denuncia porque trabajo en una cooperativa y mi marido también, mis hijos quedan solos. No confío más en nadie”, concluyó Griselda, aunque adelantó que la presentaría en las próximas horas en la Fiscalía de turno. Una denuncia más para las fuerzas federales que han mejorado sensiblemente la vida cotidiana en Rosario pero que, con estos comportamientos, algunos métodos utilizados distan de ser los ideales y legales.