La aparición pública de Máximo Kirchner en el multitudinario acto realizado por la agrupación La Cámpora en septiembre del año pasado confirmó que se trata de un líder preparado para conducir un proyecto político de alcance nacional, independientemente de quien se encuentre en el gobierno.
Ese acontecimiento, que disparó un sinfín de especulaciones respecto del futuro político del hijo de Néstor y Cristina Kirchner, tuvo también como consecuencia inmediata un giro grotesco en el tratamiento que los medios de comunicación opositores dieron a Máximo, quien de un día para el otro pasó de ser un adolescente tardío, abúlico y con poca contracción al trabajo, a jefe de una banda de lavadores de dinero.
Tonto o ladrón, nunca el dirigente de una organización política con varias decenas de miles de militantes, en su inmensa mayoría jóvenes o muy jóvenes, que desde hace por lo menos un lustro son parte central de la dinámica política de un país.
En los últimos seis meses, recurriendo a uno de los arietes judiciales que más han utilizado los sectores de poder concentrado en los últimos veinte años, el juez federal Claudio Bonadio, el número de aprietes mediáticos que recibió Máximo Kirchner por parte de la prensa hegemónica no cesó en ningún momento.
A pesar de no contar con una sola prueba que pueda ser tomada en serio, desde el planeta Clarín, su satélite La Nación y el blog Infobae, entre otros, han venido insinuando una y otra vez que Máximo Kirchner "podría" ser citado a declarar por "la causa Hotesur", que no es otra cosa que la presentación de un balance fuera de fecha, algo que no constituye delito alguno.
Esta serie de operaciones tiene el inicio de su fase dos con una nota que publica hoy Clarín con el título "Los K ya ponen en duda la candidatura de Máximo", cuando en realidad quien la pone en duda es el propio diario, que no cita una sola fuente de carne y hueso en todo el texto.
No es para menos: hace un año, el diagnóstico político que estos sectores habían definido consistía en denominar al proceso de salida del kirchnerismo del gobierno como "fin de ciclo", que consistía a grandes rasgos en una crisis económica que derivaría en el desprestigio de sus dirigentes, el asedio judicial y la posterior derrota electoral a manos de algún candidato opositor.
Nada de esto sucedió. En términos generales, el gobierno consiguió controlar las variables económicas con resultados positivos; el consumo y las ventas han crecido en los últimos tres meses; la política de divisas se impuso a decenas de corridas cambiarias, y los intentos de desestabilización que auguraban crisis energética, caos y violencia, fracasaron.
Si bien es inevitable que haya un "fin de gobierno", aquello de "fin de ciclo" todavía está en veremos, y es por eso que algunos parecen dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de que esta historia no tenga continuadores.