Con sede en el Palacio de las Convenciones de La Habana, y a puertas cerradas, representantes de Cuba y los Estados Unidos comienzan el proceso de reuniones formales en busca de la normalización de las relaciones entre ambos estados luego de 50 años de enfrentamientos.
Por un lado, el mayor interés cubano es sobre la medida “pies secos-pies mojados” y “la Ley del Ajuste cubano”, que para ellos provoca en gran cantidad la emigración ilegal. Esta ley es una norma de 1966 lanzada por el Congreso de Estados Unidos, que impide deportar a los cubanos que arriben al país, brindándoles la posibilidad de solicitar la residencia al cabo de un año y un día, siendo de esta forma Estados Unidos la principal receptora de exiliados cubanos, alcanzando hoy en día los dos millones de exiliados y con principales asentamientos en Florida y Miami.
A su vez, Cuba también sostiene que es un “contrasentido” que restablezcan relaciones cuando ellos “injustamente” continúan en la lista de “estados patrocinadores del terrorismo internacional" para Estados Unidos. También Raúl Castro, mandatario cubano, afirmó que eliminará las trabas para salir al exterior, mientras que Washington flexibilizará la entrega de visas a cubanos.
Por último también se sostuvo que “existen preocupaciones legítimas sobre el ejercicio de los derechos humanos en Estados Unidos y situaciones que se dan en ese país que no suceden en Cuba”.
Estados Unidos por su parte si bien viajó con una serie de pretensiones, más diplomáticas que otra cosa, todavía está en una situación de espera; viendo que propone Cuba y esperando desde ahí lanzar sus propias propuestas. Sin embargo, lo principal es el asentamiento de una embajada estadounidense.