Por: Azul Martinez Lo Ré – Rosario.com
En los últimos siete años, se provocó un pozo difícil de tapar. La mayoría de las personas que han cumplido una estadía en prisión, tienen serios problemas a la hora de insertarse en el mercado laboral.
Fernando “Chino” Rosúa, militante del Movimiento Evita, quien fue además candidato a concejal en las pasadas elecciones del 2013 y director del Servicio Penitenciario y de Seguridad Comunitaria durante el gobierno de Jorge Obeid, opinó: “Reconozco que el socialismo mejoró todo lo que significa el tema de los derechos humanos dentro de las cárceles pero sin embargo, no avanzó demasiado y un montón de políticas que pueden ser profundizadas, se están dejando de lado”.
Para el abogado, hay dos carencias fundamentales en la labor del gobierno provincial dentro de este sistema. El primero, no haberse ocupado del personal penitenciario, ya que no se pueden pretender cárceles distintas si no se genera una nueva mirada por parte de los que trabajan allí.
Y segundo, el estancamiento en la construcción de otras prisiones, permitiendo que se cayeran varios lugares que ya estaban listos para ser edificados como sucedió en San Rafaela, San Cristóbal y en el Distrito Sur de Rosario. “Nosotros habíamos dejado un esquema de terrenos comprados, para poder avanzar en construcción carcelaria y el socialismo demoró seis años, recién ahora se está por inaugurar una”, sentenció el ex candidato.
Además, resaltó que la tardanza que presenta el gobierno de Bonfatti en este tema impacta directamente en la calidad de vida de los detenidos ya que la mayoría de ellos vive en condiciones inhumanas y con una excesiva falta de salubridad.
Para Rosúa, se debe avanzar en muchos puntos si se quiere lograr un buen funcionamiento dentro del sistema penal. Uno de éstos es, el poco seguimiento que los juzgados hacen cuando una persona sale de la cárcel, dejándola a ésta de alguna forma “librada a su azar”.
“El punto más delicado en sin dudas el momento de la salida y el gobierno socialista no se ha ocupado mucho de todo lo que tenga que ver con la reinserción de los ex reclusos nuevamente a la sociedad, más que nada porque a la gran mayoría se les hace muy difícil conseguir o volver a conseguir un trabajo habiendo pasado por esa experiencia”.
Pese a esto, el abogado reconoció un avance en la educación dentro de las cárceles que se dio a través de escuelas y talleres, pero sosteniendo que aún así, esto no es suficiente a la hora de preparar al presidiario para su vida de vuelta en libertad.
Raúl Santangelo, quien trabaja desde hace cuatro años en los penales de toda la región dictando talleres de teatro, manifestó: “Las penitenciarias no sirven para educar a nadie y son más bien depósitos de personas”.
“Los pabellones con gran contenido religioso funcionan como contención y auida. En su mayoría son evangelistas. En ese espacio logran tener un espacio de reflexión y tranquilidad” y agregó: “La persona que esta privada de la libertad se convierte en un ser muy individualista porque se tienen que cuidar todo el tiempo de si mismo. Es muy difícil pensar en ser solidarios y los pabellones religiosos cumplen la función de encontrar una comunidad y lograr un vínculo más estrecho con el otro”.