Por: Celina Hernández – Rosario.com
Después de la enriquecedora unión de Disney y Pixar logrando películas de animación computada inolvidables, creando juguetes que cobran vida, simpáticos autos y aviones charlatanes y monstruos que intentando asustar se ganaron el corazón de los niños. Disney volvió a apostar a la magia, la inocencia y el amor de las princesas. Y no se equivocó.
Será que está en su naturaleza y en la de cada niña, las ilusiones y el romanticismo son inherentes al universo femenino. El príncipe que las deja extasiadas, la espera interminable por el beso, paisajes de reinos soñados y canciones que al erizar la piel logran pasar a la historia. Así como Luis Miguel cantó "Sueña" para "El Jorobado de Notre Dame", Ricky Martin interpretó "No importa la distancia" para "Hércules", Cristina Aguilera hizo una versión de "Mi reflejo" de "Mulán" y Ricardo Montaner de "Un Mundo Ideal" de Aladino, en "Frozen: una aventura congelada" Demi Lovato convirtió en hit "Let It Go" mientras "Violetta", Martina Stoessel, la realizó para Latinoamérica bajo el título "Libre Soy" y sus millones de fanáticas la adoptaron como canción de culto visitando sin pausa el video en YouTube.
La combinación de una letra conmovedora con la potencia de la música son la clave infalible. "Let It Go" acaba de recibir el Oscar y se pudo disfrutar en la ceremonia en su versión original para la banda sonora de la película en la voz de Idina Menzel, quien con amplia trayectoria, gran caudal y proyección vocal hizo de esta melodía otro hit mundial.
Y este tanque, además de acaparar también el Oscar a Mejor Película Animada, ya es un éxito en recaudación: superó los 1.000 millones de dólares, algo que sólo lograron 18 películas. Las cintas más taquilleras de la historia son "Avatar" con casi 2.800 millones de dólares recaudados y "Titanic" que la sigue de cerca con 2.200. En cuanto a animación Frozen desbancó a Toy Story y se convirtió en la película animada más taquillera de la historia.
Los chicos sueñan y la empresa factura en grande, algo común en el mercado cuando la varita mágica del éxito decide alumbrar un producto. Esta aventura va en miras de no congelarse.